Por fiiiiiiin es lunes. (最後に、今日は月曜日です).
Una canción nos
despierta el recuerdo de un amor, el olor de una comida nos trasporta a la
infancia, uno grupo de jóvenes con mochila subiéndose a un tren no evoca la
despreocupación y la alegría de la juventud… La nostalgia es una felicidad
triste. Es muy gratificante poder recordar todas esas cosas pero a la vez
resulta amargado pensar que todo eso ya no volverá.
La palabra nostalgia
viene del griego nostos (hogar) y algos (dolor). Algo así como echar de
menos el hogar. (tristeza de no volver a casa).
Lo que ya se sabe, a
ciencia cierta, es que nuestro cerebro “redondea” todas esas situaciones que
nos hicieron felices por algún momento para hacerlas casi perfectas. Y en
ciertos momentos de nuestra vida eso es peligrosos porque, a casi todos nos
pasa, vivimos esclavizados por algunos recuerdos. Nadie está libre de sentir
esa cierta nostalgia en determinadas ocasiones, pero no vivir el día a día, te
hace estar fuera de la realidad. Y es cuando esa nostalgia se convierte en
melancolía, que aparece especialmente cuando nuestro futuro es incierto y afloran
en esos recuerdos buenos que nos acontecieron en el pasado.
Es verdad que
nuestras grandes vivencias nos dejan una huella emocional. Y esa es la parte
buena de la nostalgia porque configuran nuestra personalidad, nuestro “ADN” emocional. Los recuerdos
idealizados del pasado nos permiten sentir nuestra existencia como algo vello y
valioso: mereció la pena.
Vivimos en un momento
donde se premian la emociones (por ejemplo todas las aplicaciones tienen
filtros para hacer mas bucólicas nuestras fotos actuales) y la nostalgia nos
refuerza esos sentimientos.
Quizás no sea tan
importante sentirse culpable por dejarse llevar por los recuerdos del pasado,
pero solo de vez en cuando, para que no se te pierda el presente y te anule el
futuro.
Genial. Por fin es
lunes. Nostálgico.
OP
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