lunes, 15 de abril de 2013

MARKETING VIDA


Gooooooooooooood Moooooooooooorning Vietnam!!
Por fin es lunes

El valor no es intrínseco. El valor no está en las cosas. El valor está en nosotros. Es el valor que nosotros les damos a las cosas. En la manera en la que reaccionamos a las condiciones de nuestro entorno. De esta se forma se entiende porque ciertos productos son exageradamente caros. Nuestra reacción ante la necesidad es justamente la opuesta. El ser humano es así. Y esa es la condición por la que hemos evolucionado. Siempre aspiramos a tener aquello que nos satisface (o que nos han dicho que nos satisface) porque lo que realmente funciona es el control de masas.
Siempre nos movemos hacia donde va el grupo. Sentirnos agrupados es sentirnos acompañados, arropados. Perdemos muchos de nuestros miedos y nuestros complejos. Todo esto junto se llama tendencia de moda. Si todos vamos iguales, o parecidos estamos en lo “correcto”, todo se vuelve más sencillo, más cómodo. Y ahí es donde termina, en nuestra zona de confort. Que estemos a gusto, seguros con nosotros y con nuestro entorno. Cuanto más aspectos de nuestra vida vayan en esa dirección pues mejor estaremos.
¿A dónde conduce todo esto?  Generar valor es ajustar el grado de necesidad e inseguridad que produce no tener ese producto o servicio a un motivacional emocional para acercarlo a la zona de confort de cada persona. Aplica a cualquier producto/servicio. ¿Qué es lo que me produce intranquilidad? Hogar, familia, trabajo, dinero, amor…
Cubrir ese miedo con una valor interpuesto. Si tengo que posicionarme debo hacerlo con aquel valor que se ajuste de forma interpuesta a una necesidad.
Familiarmente mi amigo (y cualquier padre) necesitan llevar sus hijos al colegio cada día. Un valor interpuesto es ofrecer mi coche para que mi amigo pueda llevarlos al colegio cuando falle el autobús. Eso aumenta mi valor para mi amigo.
Si tengo que vender una casa, el valor interpuesto es motivar viéndose viviendo en un hogar con tu familia. Antes del boom inmobiliario se presentaban los pisos piloto totalmente amueblados. La gente compraba un hogar. Yo hacia café cuando venia gente para alquilar mi casa.  El aroma a café recién hecho lo inundaba todo y le daba un sentimiento de hogar que hacían más real cuando tomaban una taza de café recién hecho en la cocina de la misma casa. En ese momento deja de ser visto como una casa para ser visto como un hogar, o mejor dicho para ser olido como un hogar. Pero esto es sólo un valor de otros muchos que influyen en la venta. Demasiadas veces nos obcecamos en vender olvidando las necesidades que podemos cubrir de forma interpuesta. Es marketing vida.

Genial por fin es lunes. Interponiendo valor…

OP 


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