lunes, 27 de febrero de 2012

SER TÓXICO


Gooooooooooooood Moooooooooooorning Vietnam!!
Por fin es lunes.


¿Por qué hay gente que hace daño? ¿Qué mueve a una persona a odiar a otra sin sentido? Es una pregunta que me hago muchas veces a lo largo de la semana intentando entender el origen de esos comportamientos.
La psicóloga estadounidense Lillian Glass defiende una teoría en la que dice que la raíz de toda toxicidad en las relaciones humanas son los celos. Personas cercanas, queridas o amigas, que incomprensiblemente o sin razón aparente nos hieren, se enfadan con nosotros, tratan de vencernos, buscan disgustarnos, intentan dañarnos con frases sarcásticas o respuestas que desaniman o se alegran cínicamente de nuestra felicidad. Me resulta llamativo y enseguida me vienen varias personas a la cabeza.
Esta gente es fácilmente Identificable porque siempre suelen ser críticas, destructivas. Me paro a pensar y mi reflexión es que aportar constructivamente resulta un ejercicio inteligente que pocos están dispuestos a hacer.
En ocasiones he encontrado personas que su propia frustración les lleva a ver a otros como ganadores y se consideran ellos  mismos como perdedores, esta situación les impulsa a golpearnos mental y verbalmente, y a veces incluso llegan a la violencia física. Esto implica también juegos molestos, palabras crueles y comportamientos sucios.
La falta de amor propio, baja autoestima, celos son la razón de muchos comportamientos negativos hacia nosotros.

En realidad es su problema pero rápidamente se convierte en el nuestro cuando están dentro de nuestro entorno como compañeros de trabajo, amigos o familiares.
Yo actúo para contrarrestar su eficacia.
Lo primero es identificarlo. Todos aquellos que tienen capacidad de producirme incomodidad: el hablador, el chismoso, el borde, la siempre víctima sombría, el verdugo, el gracioso, el rencoroso, el autoritario, el mentiroso, el entrometido, el fanático, el presumido, el competidor, el maniático del control, el crítico acusador, el sabelotodo… todos aquellos que tienen la capacidad de provocar inestabilidad.
Lo segundo es comunicarme con ellos. Preguntar y escuchar. No podré entender que le pasa sin conocer los motivos y de esta forma contrarrestar. Se trata de evitar el enfrentamiento para que la persona que tengo enfrente entienda que su conducta me incomoda. Suelo hacerlo con preguntas para que la otra persona reflexionar sobre su comportamiento.

Lo tercero es tratarlo con humor para relajar tensiones, con los demás y conmigo mismo. Lo que me sirve para quitarle “hierro al asunto”, porque la mayoría de las veces son temas nimios.  

El cuarto…. a veces, el origen de esos conflictos, indica que el ser tóxico soy yo mismo, en vez de los demás. Lo cual no cambia excesivamente las cosas, porque el resultado es similar: un continuo malestar y dificultades en las relaciones.
En ese caso hay que reconocer el problema y dejar de amargar a los demás. Mi secreto es la comunicación conmigo mismo, para descubrir la verdadera razón de mi comportamiento, y porque lo reflejo en los demás.

Escuchar, escucharnos. Analizar, analizarnos. Entender el porqué de esa situación, entendernos. Tomar aire y sonreír diciendo algo divertido para no magnificar el problema. Es importante no estar siempre pensando en el problema porque nuestra tendencia suele ser amplificar y exagerar de forma obsesiva sobre lo que nos agobia o preocupa. Esto lo hago con frases positivas que restan importancia el problema. El fin último siempre es, estar feliz con los demás y conmigo mismo.

Genial. Por fin es lunes. Toda una gran semana por delante.


OP



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