lunes, 16 de julio de 2018

ALMACÉN DE EMOCIONES


Por fiiiiiiin es lunes. (Farany, androany ny androany)

No hay día que no pase en que no deje de maravillarme con la infinita, y en muchos casos inexplorada, magnitud de nuestro cerebro.
Tenemos la capacidad de almacenar emociones, aunque no siempre aparecen en el momento adecuado, si que se quedan instaladas en nuestra amígdala.
Durante mucho tiempo se pensó que estos recuerdos quedaban en nuestros sistema límbico, en el hipocampo. Sin embargo lo que almacenamos en el hipocampo son los hechos puros contrastables mientras que nuestras emociones y sentimientos quedan almacenadas en la amígdala, aunque no es del todo exacto. Lo que ocurre en realidad es que la activación de la amígdala a través de proceso neuroquímicos a través de hormonas como la adrenalina hacen que se intensifiquen nuestras emociones basadas en recuerdos reales. Cuanto mas intensa es la activación de nuestra amígdala, mas intensa es la huella que nos queda grabada. Ante hechos similares o parecidos nuestra amígdala se activará junto con nuestro recuerdo haciendo que nuestra emoción sea mas intensa. Para ello intervienen todos nuestros sentidos por lo que se puede activar con un olor, algo que veamos o simplemente con el tacto.

Esto nos convierte en avanzadas maquinas de recuerdos con emociones. Este almacén de emociones ha sido, es, y será nuestro seguro de supervivencia, un seguro de vida neuronal.

Para entenderlo de una forma práctica. Imagina que una persona ha pasado por un incendio grave en un bosque donde intentando huir se quemó alguna parte de sus extremidades como un brazo. Cuando ocurre este tipo de sucesos en un lugar de naturaleza lo que se escucha es un gran silencio (todos los animales huyen), posteriormente un olor a madera quemada lo inunda todo, para a continuación sentir un intenso calor con una elevada subida de temperatura, antes siquiera de que podamos ver la llamas. Para cuando podamos ver las llamas ya es demasiado peligroso y huir en ese momento es verdaderamente complicado por lo cambiante de las llamaradas a merced del viento. Esta dramática situación se queda almacenada en nuestro cerebro junto con todas las emociones sentidas.
Escuchar un simple silencio hará que nuestro sistema límbico despierte recuerdos en el hipocampo (aunque no estemos en un bosque) que harán que generemos mas adrenalina para la huida. Los mismo ocurrirá con todos el resto de los sentidos, olor intenso, calor, ver llamas…. Recogidos en una secuencia de emociones que harán que nuestro sentido de supervivencia nos active para poder seguir viviendo un poco mas…. Y todo esto en milésimas de segundo. ¿es o no es alucinante?


 Genial. Por fin es lunes. Con las emociones a flor de piel.

OP


No hay comentarios:

Publicar un comentario