domingo, 17 de abril de 2011

MIEDOS

Gooooooooooooood Moooooooooooorning Vietnam!!
Por fin es lunes

El miedo. ¿Cuántas veces siento miedo en un día? Pánico. Horror. Vértigo. Desolación. Invade mi cuerpo pero  me hacen ser listo, rápido, huir o me inmovilizan, quieto… miedo. ¿Por qué no decirlo?, siento miedo.  Algunas veces siento miedo. Pero es pasajero. Asumo mis miedos… Contra el miedo, valentía. Afronto el problema. Vivo mejor. Más tranquilo.

 Del miedo saben mucho los dentistas...No conozco situación más estratégicamente preparada que la de los dentistas. Llegué, me senté. Mi dentista se marcó una sonrisa de oreja a oreja. En ese momento siento que está haciendo publicidad y que efectivamente, yo no tengo ni los dientes tan blancos, ni tan perfectos, ni tan maravillosos… ¿Puedo pensar que se trata de publicidad subliminal? Nada ni pio, pero sigue con esa sonrisa, de oreja a oreja.
Tras las sonrisas  vienen las mentiras: “Tranquilo que esto no te va a doler”. Me ha clavado una aguja de varios centímetros debajo de la lengua y detrás del paladar…. No puedo describir lo que siento en ese momento, pero… me hago el duro, que no se entere de que estoy aterrorizado. Como siempre.
Después se va. Siempre se va. ¿Por qué se va? Te deja solo, otra táctica desmoralizante. Yo siempre miro el instrumental preparado encima de la mesa. Inquieto, intranquilo.  Sin saber bien cuando, aparece con un extraño artilugio en la cabeza que se ilumina. Me mira fijamente sin decir nada y me mete dos cachetes en la cara. ¿Me está pegando el muy …? Luego lo arregla diciendo ¿Cómo va la anestesia? Yo empiezo a sentir que me cuesta hablar y entre balbuceos acierto a expresar: “Beeen, ga ben”, y ese momento es… sin duda uno de los momentos más lamentable de mi existencia: Se me cae una babilla por la comisura de los labios (patético).
Eso le hace despertar su interés. Ya está… Ya está ¿qué? Que con la baba colgando parezco memo ¿verdad? . ¿Hay algo peor?... Pues sí, en el dentista siempre puedes encontrar cosas más degradantes y humillantes como…: el aparatito que succiona las babas. Te lo colocan por el lado y venga absorber, además sientes como cambia el sonido según aspira más babas… realmente patético. (ce me ha zadido el cachadin de as babas). Mierda no puedo hablar….

De repente dice: Voy a sacarte una placa. Joe… ¿qué me vas a sacar una foto con la baba colgando? … No puedo con esto y  todavía no ha empezado.
 Se sienta a mi lado, me mira amigablemente (de amigable nada, conozco sus intenciones), sonríe y se pone una mascarilla. – Cobarde, da la cara!!!. De repente un silencio sepulcral y escucho el inefable ruidillo de la fresadora. Pánico, miedo, estremecimiento…. Mi corazón sube de revoluciones y se incrementan mis pulsaciones. El cómodo sillón se torna en cruel garrote vil.
Si me martiriza el ruidito del sacababas y la tronzadora, ahora viene lo peor. “Te voy a practicar una ortodoncia”, ¿Cómo de plácquicar? ¿etas de conia veda? ¿etas n placticas? Me atrevo a decir. Momento en el que el succionador sale de mi boca y nuevamente aflora la babilla. “No estoy en prácticas” me dice con esa sonrisilla de Profident.
¿Sabes lo que es una Ortodoncia? Me pregunta. “Ti” le contesto. Pero parece que con tanto ruido ambiente no se ha enterado y me empieza a explicar detalladamente que me van a deshacer el nervio, me van a taladrar la encía y me van a meter un tornillo tipo rosca-chapa en el hueso… Me desmayo. Soy toro…pero manso.



Genial. Toda la semana por delante. Sin miedo.


OP