lunes, 12 de marzo de 2012

UN REFRESCO EN LA PLAYA


Gooooooooooooood Moooooooooooorning Vietnam!!
Por fin es lunes.

Hay días en los que me levanto pensando en todas las cosas que tengo que hacer. Cosas y cosas y cosas que no sé si me dará tiempo. Pensando y pensando en si me dará tiempo a hacer tantas y tantas cosas.
Muchos días caminando descubro que no llego a ninguna parte. Que estoy cansado y que por más que intento que las cosas cambien todo-sigue-iguaaaaal. Unas veces es por mí, otras es por el mundo, otras por el universo…
Y pienso ¿quiero seguir haciendo lo mismo de siempre o quiero empezar a hacer nuevas cosas?
Y ese momento, en ese preciso momento. Necesito parar. Parar y bajar. Bajarme del mundo. Dedicarme tiempo. Un poco de tiempo para pensar. Apenas un par de horas. Un par de horas para estar conmigo mismo. Porque quizás yo sea el mejor amigo que tengo. Y me llamo poco.
Y paro y me bajo. Busco una salida. La salida. La salida más inesperada, la menos fácil. ¿Por qué no? La que mejor me sirva, para evadirme y tomar cierta perspectiva.

Esta semana salí de la rutina por un día. A solas con la mar.  No pasa nada. El mundo sigue, siguió girando, haciendo de las suyas. Un día es un día y no pasó nada. En realidad nunca pasa nada, aunque no dejo de repetirme “no puedo, no puedo, no puedo”. Porque siempredigonopuedoantesdeintentarlo.

Llegué a la playa, la mar estaba allí. Que hermoso es vivir para contemplar tan majestuoso espectáculo donde el color azul brillante se llena de destellos que las olas amagan y rompen en blancos laminados. Es tan grande que brilla hasta en la oscuridad. Sintiendo su cálido aroma en la piel. La brisa azotaba mi cara mientras el suave rumor de los embates vapuleaba como su murmullo mis oídos. En compañía de las olas, las olas del mar. Azul, azul intenso. De esencia sutil. De aroma dulzón y salado. Dura textura de oxido salitre. Solo y en conversación con las olas. La mira perdida en el infinito horizonte. Con mi mano posada en el suelo siento el suave tacto de la arena que me acaricia al caer entre los dedos.
Y solo cuando mis latidos alcanzan a estar en sincronía con el ritmo de las olas encuentro que tiene sentido. Ese devenir es todo sentimiento. Y el sentimiento se torna en pasión. Y sin pasión moriría la ilusión.
¿Y todo para qué? Para sentirme de nuevo en armonía con mi vida. Es como hacer un  refresh en el ordenador. Un refresco en la playa.
¿merece la pena parar y pensar? Pensar antes de continuar. Síííííííííííííííííí

 Genial. Por fin es lunes. Semana de azul mar.


OP


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