Gooooooooooooood Moooooooooooorning!!
Por fin es lunes.
Hay situaciones en la vida que nos hacen sentir
injustamente tratados. Mucha preparación, mucho estudio, mucho trabajo y los
resultados no siempre acompañan a nuestras expectativas. Es una realidad, pero
la vida es así. A veces nos golpea cuando nos levantamos y muchas veces no se
premia el esfuerzo o el trabajo.
Sin embargo hay que seguir viviendo, aunque estas
situaciones se convierten en una dura carga que debemos llevar encima y que
muchas veces no variará porque el resultado final no depende de nosotros o
porque simplemente es parte del pasado y no volverá.
Recuerdo una caso de un hombre que se fue de vacaciones y
cuando regresó no podía entrar en su casa porque habían cambiado la cerradura
de su vivienda. Cuando habló con los vecinos le dijeron que le habían embargado
su vivienda (en realidad el embargo era para el piso de abajo pero por un error
en el juzgado entraron en su casa pese al aviso de los vecinos cuando llegó la
comitiva judicial junto con la policía). Tras el cambio de cerradura el juzgado
procedió al vaciado de la vivienda. El caso es que días más tarde el
propietario consiguió demostrar el error pero ya era demasiado tarde porque
todas sus cosas fueron llevadas a un vertedero (al no haber nadie que se
hiciera responsable de los enseres encontrados dentro de la vivienda los retiró
el servicio de limpieza). Como habían pasado varios días este hombre no puedo
recuperar nada de sus cosas. Después de mucho tiempo luchando logró que se reconociera
el error del juzgado y le dieron una indemnización.
Cómo
afrontar injusticias es un trabajo personal y muchas veces se escapa a
nuestro control pero existen algunas pautas que podemos seguir para reducir
nuestro tiempo de adaptación a la nueva situación porque como decía antes, hay
cosas que nunca volverán.
1. Las cosas ocurren de
forma distinta a como nos gustaría.
Marcarse objetivos es importante pero teniendo en cuenta
que hay factores que nosotros no controlamos y que pueden influir decisivamente
sobre nosotros debemos ser flexibles y tener presente que siempre hay una
posibilidad de que las cosas no vayan por donde nosotros queremos. Desear algo
con todas tus fuerzas te ayuda a encaminarte para trabajar en la dirección
correcta pero aunque te acerca no te asegura el éxito. Por el contrario
quejarte de la injusticia te aleja de poder conseguir tu objetivo.
2. Es mejor actuar que sentarse a esperar.
Hay una frase que lo resume “parálisis por análisis”. Intentar entender todo el por qué me pasó
nos inmoviliza e impide que sigamos avanzando. Quedar anclado en una injusticia
del pasado nos frena en el presente.
3. No siempre tenemos la
verdad.
Es importante entender y escuchar a otros que opinan sobre
nuestra injusticia. Estar perpetuados en un pensamiento único te conduce a la
pasividad. El egocentrismo no nos ayuda. Aunque nos sintamos desmoronados, hay
que entender que no somos el centro del universo.
4. Dejar de buscar correspondencia en nuestras relaciones con los demás.
Si yo me porto bien con los demás no puedo frustrarme cuando
los demás no actúan de la misma forma o como me gustaría a mí. Ser generoso es una opción personal
que no conlleva reciprocidad. Ser generoso es dar sin esperar a cambio, por lo
que ciertas “injusticias” que vienen generados por este hecho son fácilmente
asimilables entendiendo el correcto significado de generosidad.
Teniendo en cuenta la realidad en la que vivimos en la que
ni los propios jueces tienen una visión única y objetiva de lo que es justo e
injusto no perdamos más el tiempo.
Para poder
salir de la esclavitud de nuestras injusticias deberemos recuperar el
protagonismo de nuestra vida y no seguir anclados en el pasado y comportándonos
como los demás esperan que lo hagamos, si no como nosotros mismos somos en
realidad.
Genial. Por
fin es lunes. Muy justo.
OP
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