Gooooooooooooood Moooooooooooorning Vietnam!!
Por fin es lunes.
Esta semana me he sentido absolutamente dichoso al leer mensajes, escuchar a la gente que me llamaba, ver sus caras, tener contacto y sentir el cariño de todas la gente que me felicitó, haciendo honor a la verdad, no fueron pocos. Gracias por alargar un día genial como es mi cumpleaños a toda la semana.
Ya soy oficialmente un año mayor. Bieeeeen, otro capítulo más en el libro de mi vida. Cada año nuevo, un paso más para seguir avanzando.
La mayoría pensamos un deseo cuando apagamos la vela. Algunas veces tengo que hacer verdaderos esfuerzos por salir del inmovilismo, de mi zona de confort. No seguir haciendo siempre lo mismo. Trato de dar un pasito, levar anclas, tirar pa’lante, mover el culo… o como dice un buen amigo coach vaciar la mochila. En definitiva dejar espacio para que entren cosas nuevas. Si el mañana no llega nunca habrá que seguir avanzando.
Este año pasado lo cierro con grandes cosas hechas y el nuevo lo abro con grandes proyectos.
Vaciar la mochila… me viene a la cabeza, mi época de boy scout. El pequeño Pancor Scout. Pequeño es un eufemismo. Era un gran tipo, más bien un enorme tipo. Sencillo, simpático, bonachón… un techado de virtudes. Sí, techado tenía que estar porque mi progresión estaba por debajo de lo habitual. Era como si alguien me hubiera puesto un tope encima de la cabeza y mi crecimiento se extendió anchamente. Vamos, bajito y anchito, lo que viene a ser achaparrado y rechoncho. Mo era gordo, era lo siguiente. Pixar lo supo reflejar con toda nitidez en su película “UP”. Sí, el niño “gordo coñón” era yo. Siempre intenté equilibrar mi exceso de peso con simpatía, pero no era fácil, necesitaba grandes dosis de simpatía porque como era un trullo la balanza siempre estaba desnivelada. Sí, realmente era muy gordo. Mis amigos cuando me veían decían: “anda!! Ha desaparecido la calle… ah! hola Oscar!!” Vamos que mi cuerpo era como un eclipse total, no se veía ni la calle, no pasaba ni la luz.
Afortunadamente poco después llegó al grupo scout un niño con gafas… me sentí bien. Por fin alguien que me entendía. Nos hicimos muy amigos, realmente buenos amigos… la unión hace la fuerza. “Se terminaron las bufas”, pensé. Éramos dos y no creo que nadie se atreviese con dos tipos grandes como nosotros. Poco tiempo después todo el mundo nos conocía como Gordo Con-Gordo Sin (el con gafas y el sin gafas). Los planes no salieron como yo pensé…
Sin embargo fue un experiencia increíble donde aprendí a valerme por mis propios recursos. Velar por mis intereses, ser autosuficiente y a llevar conmigo todo lo que necesitaba. Hacíamos grandes marchas y sólo podía cargar con un mochila, por lo que todo lo que necesitaba estaba allí contenido. Si necesitaba cosas nuevas tenía que deshacerme de otras, y todo era importante. No era fácil. A veces desprenderse de ciertas cosas era doloroso, pero no hay otra manera.
Curioso, sin saberlo, eso se aplica cada año de mi vida donde tengo que seguir vaciando mi “mochila” para que entren cosas nuevas. Sigo pensando que todo lo importante en mi vida debe entrar en una maleta… por eso valoro tanto esos pequeños grandes momentos fantásticos que pueda vivir. Esta semana, con tantos amigos cerca, fue muy grande.
Genial, por fin es lunes. Un nuevo año por delante … y la mochila vacía.
OP