Gooooooooooooood Moooooooooooorning!!
Por fin es lunes.
Muchas veces pensamos que somos
simpáticos y no lo somos. Hay veces que piensan que somos antipáticos pero tampoco
lo somos ¿qué pasa?.
Resulta que cuando intentamos ser
simpáticos olvidamos algo fundamental y es que resultar simpático depende del
otro, no de nosotros mismos ¿por qué? Porque para que exista simpatía tiene que
haber una conexión mutua entre dos. Tiene que existir una afectividad conexa
entre dos personas. Es un poco como sentir el mismo estado emocional de la otra
persona, pero sin la necesidad de comprenderla. Y se busca una respuesta por
parte del otro. Esta interacción hace que no seamos siempre lo que deseamos
porque entramos en la mente del otro, en sus pensamientos, sus percepciones,
sus inquietudes… y esto como resultado da que, bien caigamos genial = simpático,
bien caemos regular o mal = antipático.
El resultado siempre depende de
un tercero por lo que: “no es buen
negocio” para nosotros. Sin embargo hay una tercera posibilidad que es: la
empatía o ponerse en la piel del otro. Esto
no depende de nadie, solo de nosotros mismos. Con disciplina, dedicación y
mucha serenidad cualquiera es capaz de empatizar con otra persona, ponerse en
su lugar e intentar entender que es lo que está sintiendo el otro. Al final lo
que se consigue es justamente un efecto “simpático” porque la otra persona
percibe que podemos llegar a entender lo que siente. Y esto siempre es
positivo. Caeremos bien.
Por eso si tienes que actuar de
una forma para conectar con otro esa es justamente la forma porque la simpatía,
es cuestión de dos.
Genial. Por fin es lunes. Más empático que simpático.
OP
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