Gooooooooooooood Moooooooooooorning Vietnam!!
Por
fin es lunes
El valor no es
intrínseco. El valor no está en las cosas. El valor está en nosotros. Es el
valor que nosotros les damos a las cosas. En la manera en la que reaccionamos a
las condiciones de nuestro entorno. De esta se forma se entiende porque ciertos
productos son exageradamente caros. Nuestra reacción ante la necesidad es
justamente la opuesta. El ser humano es así. Y esa es la condición por la que
hemos evolucionado. Siempre aspiramos a tener aquello que nos satisface (o que
nos han dicho que nos satisface) porque lo que realmente funciona es el control
de masas.
Siempre nos
movemos hacia donde va el grupo. Sentirnos agrupados es sentirnos acompañados,
arropados. Perdemos muchos de nuestros miedos y nuestros complejos. Todo esto
junto se llama tendencia de moda. Si todos vamos iguales, o parecidos estamos
en lo “correcto”, todo se vuelve más sencillo, más cómodo. Y ahí es donde
termina, en nuestra zona de confort. Que estemos a gusto, seguros con nosotros
y con nuestro entorno. Cuanto más aspectos de nuestra vida vayan en esa
dirección pues mejor estaremos.
¿A dónde
conduce todo esto? Generar valor
es ajustar el grado de necesidad e inseguridad que produce no tener ese
producto o servicio a un motivacional emocional para acercarlo a la zona de
confort de cada persona. Aplica a cualquier producto/servicio. ¿Qué es lo que
me produce intranquilidad? Hogar, familia, trabajo, dinero, amor…
Cubrir ese
miedo con una valor interpuesto. Si tengo que posicionarme debo hacerlo con
aquel valor que se ajuste de forma interpuesta a una necesidad.
Familiarmente
mi amigo (y cualquier padre) necesitan llevar sus hijos al colegio cada día. Un
valor interpuesto es ofrecer mi coche para que mi amigo pueda llevarlos al
colegio cuando falle el autobús. Eso aumenta mi valor para mi amigo.
Si tengo que
vender una casa, el valor interpuesto es motivar viéndose viviendo en un hogar
con tu familia. Antes del boom inmobiliario se presentaban los pisos piloto
totalmente amueblados. La gente compraba un hogar. Yo hacia café cuando venia
gente para alquilar mi casa. El
aroma a café recién hecho lo inundaba todo y le daba un sentimiento de hogar
que hacían más real cuando tomaban una taza de café recién hecho en la cocina
de la misma casa. En ese momento deja de ser visto como una casa para ser visto
como un hogar, o mejor dicho para ser olido como un hogar. Pero esto es sólo un
valor de otros muchos que influyen en la venta. Demasiadas veces nos obcecamos
en vender olvidando las necesidades que podemos cubrir de forma interpuesta. Es
marketing
vida.
Genial por fin
es lunes. Interponiendo valor…
OP
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