Por fin es lunes.
La semana pasada un buen amigo me hizo un comentario en relación al escrito del lunes anterior y utilizó una metáfora muy ilustrativa que me cautivó: “las personas como las espadas cuando más golpes reciben en “la forja” de su vida, “más templadas” duras y resistentes se hacen”. Bonito. Muy bonito.
Y me hizo reflexionar sobre los “golpes” que me he recibido en mi vida y todo lo bueno que he aprehendido con ello.
Unas horas después volviendo a casa en el coche no dejaba de pensar es sus palabras. Espadas… Forja… Medievo… realmente no hemos avanzado mucho, pensé.
Empecé a verme como Sir Pancor.
Lento cabalgar por el pedregal paseo de la Castellana hasta el camino de los Nuevos Ministerios. A la grupa, montura sobre mi bravo corcel, ataviado con mi yelmo, me siento bien. (Bueno en realidad yo soy más de carromato con poltronas para mis infantes, lo que tiene ser patriarca.)
Bellos fortines quedan a mis espaldas, acaudalados que brillan esmeraldas, baluartes de dinero y riqueza que esconden su debilidad y flaquezas.
Sigo mi andanza pletórico de ilusión. Llegar a mi alcázar es mi destino, pero algo quiebra mi camino, he perdido una rueda ¡Maldición!!! Hago un fuego para que los demás caballeros me vean al pasar. Aviso con un enviado para que me socorran y mi desdicha solventar.
Mientras espero voy a la posada para tomar un tónico que me ayude a sopesar, mi maltrecho camino, mi angustia y mi pesar.
Raudo y veloz llega como un torbellino. Es el emisario del ADA madrina a lomos de un pollino. Agitando su barita ha insuflado el problema. Mal me sienta por tan poco aflojar tanta talega, y termino soltando un brusco fonema. Continuo mi caminar ávido y con ilusión aunque mi alforja pesa menos ¡que ofuscación! Aliviada de doblones que pagué, por más que al operario del pollino supliqué.
En mi lento deambular por el Rio de las Rosas, sigo enojado por el rejoneo del maestro artesano. Ordeno mis plegarias hacia un piadoso deseo de llegar sano.
¿mas qué son esos destellos en el empedrado?
Es la Santa Inquisición, de nuevo ¡Maldición! y al parecer no tratase de una colonización, más bien un oscuro fin imperial, buscan aquellos que honraron el Santo Grial.
Mas ya no adoro al Dios Vaco aunque me he puesto cardiaco. Rezo por volver al atasco y salir airoso de tal fiasco.
Ni vino, ni doblones, ni doncella. Señor: ¡Sólo bebo Fonvella! Aquel ungido fraile examina mi jaco impasible. En mi luna falta la heráldica de la revisión: 150 doblones más me supone la sanción.
Continúo con mi andanza y finalmente llego a mi castillo. No estoy condenado, pero casi pierdo hasta el anillo. En vez este lance bien hubiese venido un mal romance.
Me despojo de mi armadura y mi broquel, de tantas marcas parezco un troquel. Que desastre de día, espero que nada más me venga a pasar.
Preparo cena a base de hornazo y vino. Merecido este manjar. Suena la campana. Acabose disfrutar. Me asomo mas no veo con mi madroño. ¿A estas horas? ¿Qué quiere ahora mi vecino...
Genial. Por fin es lunes. Mil lances por delante.
OP